
Un viejo proverbio indica que las crisis siempre generan oportunidades. La cristalizada unión entre Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá así lo testimonian. Ayer, ante un auditorio desbordado, el ex presidente presentó al gobernador de San Luis como “un amigo”, con quien “nunca estuve disgustado”. Fue durante la ponencia que misturó desopilante relato con contenido apreciable, en un piso 11 frente a la plaza de los Dos Congresos, donde está la sede del Movimiento Productivo Argentino (MPA). Esta entidad nació al calor de la decadencia en 2001 y fue desempolvada por Duhalde, uno de sus mentores junto a Alfonsín, hace escasas semanas. Alberto, de combinado traje chocolate con botitas de gamuza, recibió el micrófono luego de una presentación del ex presidente, quien elípticamente criticó a los Kirchner. “La visión de Perón (ayer se cumplieron 34 años de su muerte), quien en 1973 ya decía que el siglo XXI sería de oportunidades para nuestro país, porque el mundo iba a necesitar de los alimentos que nosotros producimos, desgraciadamente no fue escuchada debidamente”. Duhalde se sentó al lado de su esposa Chiche para escuchar al puntano. “Perón, ese inmenso argentino, no dudó en pedirle ayuda a su pueblo”, dijo a modo de introducción Saá, antes de despacharse con una alocución que quebró holgadamente la hora de duración. “San Luis tiene la mejor distribución de la riqueza del país, con el más alto PBI per cápita. Con Perón la proporción de distribución de la renta era de 54, con Menem de 49, con De la Rúa 39 y ahora con los Kirchner de 23”, puntualizó antes de abrumar con números sobre los logros de la provincia que gobierna junto a su hermano Adolfo desde 1983. Rodríguez Saá, quien habló desde los indios ranqueles hasta de nanotecnología, asoma como la cabeza que Duhalde pretende posicionar para dar la pelea interna en el PJ. Así lo dejaron entrever diferentes operadores que dialogaron con Hoy antes de la conferencia. “Junto a De la Sotá (casualmente el próximo orador en el MPA), son la única esperanza para salvar al peronismo”, leyó un ex diputado. Anoche había duhaldistas de toda hora y también las primeras líneas del gobierno de San Luis, junto a intendentes puntanos que momentos antes se habían reunido con el vicepresidente Cobos. “Subiela, el director de cine, me dijo que no podía filmar toda la película en San Luis, tal lo cual lo habíamos acordado, porque necesitaba de fondo una villa, y en San Luis no hay villas”, narró El Alberto, para luego parangonar: “Nosotros tenemos el 34% de las autopistas del país; de los 500 diques que se están haciendo en el mundo, 300 se levantan en China y 3 en San Luis. Construimos más de 52 mil viviendas para una población de 430 mil habitantes”. “¿Cuál es el milagro?”, se preguntó y respondió casi sin respirar. “La conformación y distribución del presupuesto (en 2008, 1.930 millones), un 50% para gastos corrientes y otro 50 para inversión. Acá esta la clave, la llave del éxito”. Para este entonces, todo era admiración en el auditorio. Aplausos a rabiar de Chiche Basile, Irma Roy, Miguel Angel Toma, el politólogo Martínez Pandiani y el berissense Néstor Juzwa, entre muchos otros. Carlos Brown fue el moderador. Cuando Rodríguez Saá se fanatizaba hablando de los indios ranqueles y huarpes, Duhalde lo interrumpió. “Alberto, por qué no contás el desarrollo ganadero en tu provincia”, lo instó, como para meterlo en el tema clave de la coyuntura nacional. Siempre motivado y con un tono ameno, el puntano ironizó: “¡Uhhh, la gente del campo es re difícil! Por eso nosotros creamos el ministerio del Campo. No es para menos, en San Luis tenemos todos los tipos de producción. Además, la más variada geografía. Por ahora, sólo nos falta el mar. Pero sólo por ahora...”. Y aseguró que con los fondos anticrisis que tiene su provincia, “vamos a calentar la economía, cuando tanto se habla de enfriamiento”. Luego de contar que un pueblo perdido en la inmensidad puntana tiene Wi-Fi para toda la población, en clara señal de que “miramos el futuro”, cerró con una analogía. “De las últimas cuatro veces que viene a Buenos Aires, sólo una pude ir al Museo de Bellas Artes. Las otras tres, estaba cerrado. Ahí vi el pasado que tanto me interesa. Aunque, mientras apreciaba la figura de Lavalle, pensaba qué poderosos que son los Kichner que ya no es necesario ir a un Museo para ver el pasado, alcanza con cruzar la vereda a la Plaza de los Dos Congresos. Ahí es donde todavía se habla de golpistas y gorilas. Donde hablar del pasado se ha transformado en una normalidad. Por eso esta charla es un elogio a la locura”.
Fuente Diario Hoy