martes, 22 de septiembre de 2009

EL PARO DE LOS MUNICIPALES VILLAMERCEDINOS DESNUDA LA CRISIS DE LOS PARTIDOS POLITICOS


El Partido Malvinense, la UCR y el PJ anclados en la vieja política
Mientras los empleados municipales autoconvocados ponen en jaque a la gestión de Blanca Pereyra, muchos acontecimientos aparecen distraídamente de la mano de las viejas experiencias, ya vividas por la ciudad de Villa Mercedes. Los partidos políticos se muestran ausentes en la solución de los conflictos sociales y se anclan desaprensivamente, sobre las espaldas arqueadas de los, cada vez más extintos, sentimientos de la militancia.
La pelea entre el Diputado Alberto Magallanes y el Concejal Atilio Pallero, es el eslabón de una antigua discusión mesiánica de la clase política. De quien es la banca, para el presidente del partido Malvinense es propia, para el concejal también. Por detrás quedan los simpatizantes y colaboradores. Que se vuelven meros espectadores de la irracionalidad mediática de los contendientes.
En la UCR, las cosas no son diferentes. Mientras que el sábado ppdo. se entregaban certificados a los candidatos partidarios electos. Una bruma de acusaciones comenzó a cernirse sobre las autoridades partidarias. Fidel Hadad, descree de este nuevo radicalismo encumbrado en el triunfalismo de las últimas elecciones y arremete pidiendo la intervención del distrito San Luis de la UCR. En una provincia donde sólo la azarosa muerte de Ricardo Alfonsín salvó al radicalismo de su desaparción, hoy lo que se espera es la grandeza de los hombres del centenario partido, para alejar los personalismos y soñar para adelante. Es tan centenario el pensamiento que a veces parece acomodado y encriptado en el Mayo Francés de 1968. El brillo radical se encuentra, en este punto, al borde del colapso.
En el Partido Justicialista, todo es desamor. Los municipios no terminan de desarrollarse porque las internas de hace dos años, no paran de sacudir los estamentos institucionales.
En Villa Mercedes, todos empujan a Blanca Pereyra a una salida estrepitosa. Hay una dirigencia chata, egoista, pueril, donde algunos se encaraman en el conflicto con los empleados autoconvocados y pretenden hacer su agosto. Piden locuras para ayudar a salir adelante, poniendo la mirada en lo réditos económicos particulares. Con perfidia, se muestran invulnerables abriendo el altavoz de los celulares en los bares, para que se conozca que se trama en los despachos para dar soluciones al conflicto. Burlándose socarronamente de algún desprevenido funcionario, que todavía cree en las códigos militantes. Lo que es peor aún, otros prometen reuniones palaciegas con el Gobernador de la provincia, haciendo gala de su malicia contemporánea. Embretando sueños para alimentar diferencias, entre los obreros y su gobierno.
Los partidos se esmeran diaconalmente para distanciarse de sus orígenes, para perder rumbos y sumirse, casi tardíamente, en los vapores de la gloria que, alguna vez, los viera triunfantes.