
www.eldiadespues.webs.com
El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas asaltaban nuevamente el poder con el habitual y perverso pretexto de “restablecer la paz, el orden y regularizar las instituciones”. Pero esta vez fueron mucho más allá, instaurando un régimen criminal “para combatir la subversión” que sólo se sostendría mediante la instalación del terror en la sociedad, la aniquilación de todo “potencial adversario” y el apoyo de los grandes grupos de poder trasnacionales. El golpe contó con el apoyo de minorías ávidas por preservar sus privilegios e imponer un modelo cultural y económico que de otro modo hubiera sido inviable. Sólo mediante la coacción impuesta desde el Estado fue posible llevar adelante un proyecto económico que garantizara los intereses de los grandes grupos de poder que se veían amenazados en la Argentina de aquel momento. Para implementar ese modelo de concentración de riquezas era necesario destruir las organizaciones político-sociales que lo rechazaban y perseguir a todo aquel que pudiera cuestionarlo. La desaparición forzosa, los asesinatos, la apropiación de los niños, fueron métodos utilizados por los represores, todavía, en muchos casos impunes. La pobreza extrema, la marginalidad, la concentración de la riqueza y el endeudamiento externo siguen siendo aún la herencia de las políticas aplicadas de aquellos años de terror y entrega. Por entonces la recuperación de la democracia se nos había transformado en un fin en sí misma. Recordar lo que nos pasó es trabajar para que no se borre la memoria, sin revancha, sino como acto de responsabilidad histórica. Hacemos propia, con gran respeto y consideración, un tramo del alegato del Fiscal en el Juicio a las Juntas, Dr. Julio César Strassera cuando sostuvo que las víctimas “serán mucho más generosos que sus verdugos, pues no exigirán tan sólo el castigo de los delitos cometidos en su perjuicio. Abogarán, en cambio, para que ese ineludible acto de justicia, sirva también para condenar el uso de la violencia como instrumento político, venga ella de donde viniere; para desterrar la idea de que existen ‘muertes buenas’ y ‘muertes malas’, según sea bueno ó malo el que las cause o el que las sufra”