viernes, 4 de mayo de 2018

MILES DE PEREGRINOS HONRARON A CRISTO EN RENCA Y VILLA DE LA QUEBRADA

Como todos los años la devoción y la fe se entrecruzan con la mundanidad y los festejos alegóricos de los sanluiseños

www.eldiadespuesfm.com
Como cada año, durante los primeros días del mes de mayo, los santuarios diocesanos de Renca y Villa de la Quebrada congregan a miles de peregrinos que llegan desde diversos puntos de San Luis y provincias vecinas. Los une el amor, la devoción y la gratitud a Cristo crucificado, en quien fundan toda su esperanza.
El 3 de mayo tuvo lugar la fiesta central en ambos santuarios: por la mañana en Renca y por la tarde en Villa de la Quebrada. Durante las celebraciones, templos y plazas albergaron a multitud de fieles. Santa Misa y procesión estuvieron presididas por Monseñor Pedro Martínez, y concelebradas por los párrocos Pbro. Federico Kunz (Renca) y Pbro. César Preve (Villa de la Quebrada). En cada santuario acompañaron numerosos sacerdotes de la diócesis que concelebraron la eucaristía y atendieron a los peregrinos que se acercaron a la confesión.
También se contó con la presencia de autoridades civiles y de las fuerzas de seguridad que rindieron su homenaje.
En su homilía, el obispo de San Luis invitó a cada peregrino a “llegar a los pies de Cristo, cada uno con sus pecados, debilidades, dolores físicos y morales”, y a “dejarse amar por Cristo, dejarse acompañar por Él que, desde su cruz, nos ayuda a llevar la nuestra”.
El pastor diocesano explicó que Dios nos ama porque somos sus hijos, Él conoce nuestras debilidades personales, y las circunstancias propias de nuestra historia, cultura y contexto que nos dificultan tomar la cruz y seguir a Cristo. Justamente por eso, debemos acercarnos confiados en su amor, que es la fuerza que nos levanta y nos hace sobrellevar esa cruz.
“Este día claro refleja la transparencia del corazón y las intenciones de cada mujer, hombre y niño que ha llegado a los pies del Cristo, que ha rezado el vía crucis. Cada uno ha venido a rendir culto a Cristo porque quiere ser bueno, porque quiere ser mejor, porque reconoce sus errores y pide perdón a Dios. Cada uno asume su cruz: enfermedades, humillaciones, pecados propios, ausencias de seres queridos, todo lo que nos dificulta seguir adelante, y se lo confía a Cristo. Llevar todo eso solo es terrible, como una montaña que nos cae encima y nos aplasta. El señor reina en la cruz, y nuestra cruz se hace soportable y nos redime si la llevamos con Él. Nuestros esfuerzos y nuestras renuncias cobran sentido”, meditó Monseñor Martínez.
El obispo animó a los fieles a acercarse con humildad a los pies de Cristo “aún con nuestras faltas y pecados”, como una persona que camina con dificultad y dice: “rengo, rengo pero vengo, aquí estoy”. Monseñor Pedro explicó que Dios nos ve y reconoce nuestras dificultades, nos quiere como somos, hay que dejarse abrazar por la misericordia”.
El prelado destacó que tomar la cruz de Cristo y seguirlo implica, como dice San Pablo, “tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús, y en esto justamente consiste el cristianismo. Tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús, significa aprender a vivir en paz y armonía, cuidando de los más débiles, ese es el legado del cristianismo a nuestra cultura”, subrayó Monseñor Martínez.
Finalmente, el obispo se refirió a la cruz como fuente de esperanza. “Es lindo estar a los pies de la cruz de Cristo, allí siempre recibiremos bendiciones, seremos transformados, la Cruz nos da esperanza de que nuestra vida puede ser diferente. A los pies de la cruz siempre encontraremos a la Madre, Ella siempre está en el corazón de los pueblos. San Luis es muy afortunado, es un pueblo bendecido por Cristo y su Madre”, concluyó el obispo. fuente prensa Obispado de San Luis